HAITI – UN NACIMIENTO EN MEDIO DEL COLERA

Pero los que esperan en Jehová...... Isaías 40:31

Travis, Orié, Liz y yo viajamos desde Cabo Haitiano hasta el Seminario Limbé (25 km, 1 hora de camino), luego de pasar por el rápido entrenamiento informal de Médicos sin Fronteras en el gimnasio municipal, donde tienen uno de los cuatro Centros de Tratamiento de Cólera de la ciudad. Nos mostraron el manejo general de los pacientes, la dinámica de la higiene, las desinfecciones, manejo de farmacia, control de los nuevos casos, observación, internación y convalecencia, que son como estaciones donde va pasando el paciente, de acuerdo a la evolución. Además de usar la cancha del gimnasio para internación, tienen tres carpas, una para casos pediátricos, otra para embarazadas, otra para casos más graves, con piso plástico y muchas personas limpiando constantemente con cloro todas las superficies posibles. Cuando llegamos a Limbé nos ofrecimos, (mejor dicho, los ofrecí, para cubrir la noche junto con el personal haitiano, para dar la posibilidad de una enfermera haitiana tomar la noche libre, después de tantos días sin descanso. Había también otros voluntarios que llevan muchos días trabajando y cubren el día. Como yo pensaba ir a Bayeux al día siguiente, decidimos trabajar en dos grupos, uno de 12 a 4 y otro de 4 a 8. En realidad, Liz y Travis, que tomaron el primer turno, se quedaron con Orié y yo el resto de la noche, porque había una bebita que no tenía forma de ser hidratada porque ya no encontraban una buena vena para pasar el suero. Así que ellos dos se ocuparon de ella mientras nosotras hicimos la ronda, son tres salas de unos12 pacientes cada una más la carpa que tiene otros 12. Regresamos a dormir un rato a las 10, y nos enteramos que Puerto Príncipe tiene muchos problemas, las calles bloqueadas y Cabo Haitiano también. Así que decidí no ir a Bayeux, aunque anoche me habían llamado que Iclaine estaba con suero, (la única enfermera disponible), exhausta y sin fuerzas para seguir trabajando.

Iclaine pasó la noche con suero, se fue a casa a cambiar y regresó a trabajar esta mañana, apoyada por el resto del personal, que no quiere cerrar las puertas del dispensario. Mientras tanto, me reuní con responsables de Médicos sin Fronteras en Seminario Limbé, porque los casos de cólera que llegan a Borgne, Port Margot y Bas Limbe son demasiados y ellos mismos sienten que deberíamos tener un CTC en Bayeux. Les expuse mis desafíos, y hablamos de las distintas posibilidades. Quedamos de acuerdo que si mañana las rutas están pasables vamos a Bayeux a examinar la situación y decidir si se instala un CTC o si se organizan centros de rehidratación oral.

Luego de la cena nos juntamos en la casa de Steve a cantar coros navideños y a compartir el mensaje que el pastor Rick en Sydney Mines me había enviado, sobre las razones por las que Jesús lloró en Juan 11:35. El se conmueve por María, llora porque siente el dolor de ella. Y tiene poder para intervenir.

Travis quería ir a ayudar en la noche, y lo acompañé por un rato, que se hizo 4 hs sin darnos cuenta. Es que, además de los pacientes que necesitan ser vistos, había una mujer recién llegada, gestante lista para el parto. Lo que no sabíamos era cuan lista estaba. Travis decidió quedarse por toda la noche, pero yo necesitaba dormir para ir bien a Bayeux mañana. El me preguntó si la mujer estaba en trabajo de parto. Le dije que el doctor haitiano de turno me había dicho que no. ¿Estás segura, 100% positiva?, me preguntó otra vez. Me acerqué al médico y le pregunté otra vez, y él me sugirió que la vayamos a ver. En realidad, tenía 6 cm de dilatación y estaba progresando bien. Así que empezamos a preparar una salita para recibir al bebé, a buscar en el depósito un kit de obstetricia, y se me ocurrió, un rato después, enseñarle a Travis como hacer un examen vaginal y calcular la dilatación. Así que fuimos a ver a la mujer. ¡Oh, sorpresa!, la cabeza del bebé ya asomaba y ni tiempo nos dio a ponernos los guantes, de un empujón salió el niño, gracias a Dios, sano y con buenos reflejos, a enfrentar un medio infectado con cólera pero que por un ratito se volvió la alegría y el entusiasmo de pacientes y personal médico, que de pronto tenía una mamá y un bebé que cuidar, en lugar de sueros que cambiar. Oro para que el Jesús de la resurrección proteja al bebé de todo mal y puedan, mamá e hijo, salir pronto de la clínica,

Estas historias hacen la vida nuestra tan llena de adrenalina y deseo de seguir sirviendo.

Dra. Bibiana Pintos Mac Leod

bibianamacleod@aol.com